Conociendo la Tierra Brava de los Huacrachucos
   
 
  LA TRIBU DE LOS COTOLLOQUES
LA TRIBU DE LOS COTOLLOQUES
(Crónica)
 
La tribu de los Cotolloques estaba conformada por hombres de pequeña estatura, que tenían coto (bocio) en el cuello. El gobernante fue llamado “Ogro” por ser drástico en sus decisiones y despiadado, pertenecía a una familia de brujos cuyo territorio era el actual Centro Poblado Menor de Huaychao.
Los Cotolloques tenían grandes dificultades para el trabajo y las caminatas largas, el coto les causaba graves problemas de salud. Por la dureza del jefe tribal, sus súbditos tenían que obedecer con prontitud, en caso contrario eran inmediatamente ahorcados por sus colaboradores hechiceros.
La capital de este pequeño señorío se encontraba en el hoy conocido “Ogro” (ciudadela fortificada que se halla ubicada en la cima de una cadena montañosa, entre Tranca y Huaychao). Sus ciudades más importantes eran Marcojirca, Auquinjirca, etc.
Estos pueblos acostumbraban a celebrar sus pomposas fiestas en honor a la “serpiente de oro”, para ello acudían a la capilla que se ubicaba en la actual plaza de Huaychao, en un extremo de la laguna, con muchas ofrendas de oro puro. Este centro religioso se hallaba rodeado de un bosque de rayanes, alisos, campanillas y en el medio se encontraba una pequeña laguna, llamada “laguna del encanto”. En este bosque abundaban las aves que en sus silbidos pronuncian: ¡huayychau!, de allí se deriva este nombre para el poblado. En el fondo de la lagunita se encontraba la serpiente de oro, con poderes para curar enfermedades o matar personas, obediente a las órdenes del Ogro. A ocho cuadras hacia abajo se encontraba otra laguna de menor tamaño llamada “Curayacu”, que significa agua que cura males, especialmente de los corazones sufridos. La gente bajaba a este lugar en las noches de luna llena para hallar sanidad.
Los Cotolloques vivían con mucha prosperidad económica: poseían abundante oro, ganado, sembríos, artesanía, etc.
El alegre huaychao era el guardián que comunicaba al Ogro de los peligros o sucesos que amenazaban la seguridad del señorío; éste anunciaba a sus voceros y ellos tocaban cuernos de toro para reunir a los súbditos cotolloques.
Por aquellos tiempos, la amenaza de invasión por parte de los codiciosos españoles era latente en el reino Ogro, circunstancias que obligaron a este jefe a preparar su ejército e ir escondiendo el oro que poseían. Llegado el tiempo de la invasión, el que anunciaba ya no era un solo huaychao sino muchos y a cada momento, desde entonces el jefe Ogro se encontraba nervioso y no alcanzaba a presagiar lo que podría suceder.
La desventaja que tenía el ejército cotolloque frente a la española fue notable: sufrían de bocio y eran de pequeña estatura, su peor debilidad: contar con armas sencillas; frente a sus rivales de gran tamaño y con armas de fuego.
En Jatunpampa se inició la guerra, o mejor dicho, la invasión. El jefe Ogro puso adelante a los enfermos e inválidos y el resto atacaba escudado en ellos; al tronar de las armas todo el ejército comenzó a huir despavorido en diversas direcciones, buscando refugio en cuevas y quebradas. En aquel día se produjo una gran matanza. Los invasores continuaron en su avance derrotando a sus oponentes en otros frentes.
El Ogro, seguro de haber llegado a su fin, celebraba su despedida en la capilla, ordenando que ocultaran la cuantiosa riqueza en cuevas, ríos, quebradas, cerros y colinas; y a la “serpiente de oro” ordenó que fuera al río Maranón y no retornara.
Cuando llegaron los españoles tomaron preso a la gente y al jefe Ogro. De regreso se llevaron sobrevivientes, ganado y riqueza como botín de guerra.
Pasado un tiempo este lugar se hallaba abandonado, sólo habían quedado “mochos” (sordos- mudos) y enfermos.
Posteriormente llegaron a estas tierras los “bandinos” (gente que viene del otro lado del río Marañón, especialmente de Ancash) como los Salcedos, Ramos, Eguizábales, Carrascos, etc. apropiándose de cuanta tierra podían, esclavizando a los cotolloques que quedaron.
Un cura que venía a evangelizar a los moradores de este lugar oficializó el nombre de Huaychao, inspirado por la abundancia de aves que llevan este nombre, más tarde mandó construir un templo católico frente a la laguna.
Un buen día, cierto vendedor de ídolos trajo la imagen de San Miguel, convirtiéndose éste en el patrón de la fiesta huaychaosina hasta la actualidad.

Conociendo más el Perú: Huacrachuco
 
Marañón es una bella provincia, de posibilidades y sueños crecidos; de gente hospitalaria, laboriosa y muy amante de las cosas de Dios. Su hábitat conforma espacios vitales poco explorados e investigados con seriedad y profesionalismo.
 
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