Conociendo la Tierra Brava de los Huacrachucos
   
 
  EL ENCANTO DE TOROPAJCHA
EL ENCANTO DE TOROPAJCHA
(Crónica-Mito)
 
En aquel tiempo, los hacendados en el Perú vivían los años de su apogeo, Marañón no escapaba de esa moda histórica. Eran tiempos anteriores a la famosa frase de Juan Velasco: “CAMPESINO, EL PATRÓN YA NO COMERÁ MÁS TU POBREZA”.
Cuentan que la familia Barrón tenía doce Haciendas en el País; en Marañón tenían la Hacienda de “Sinay”, que abarcaba desde el lindero con Huachumay hasta Acotambo. Entre los peones se encontraban cuarenta braceros, procedentes del anexo de Sinay, todos de habla quechua. Poseían mucho ganado vacuno, en su mayoría eran bravos.
Cierto día, cuando el vaquero se encontraba vigilando el ganado por las alturas de Garhuaj, vio que el “padrillo” estaba con una vaca en días de apareamiento (celo), seguido por varias decenas de toros de menor tamaño con ánimos de buscar el menor descuido del “cogotudo”, para dejar su descendencia en la codiciada ternera.
Toda la puna se hallaba cubierta por una densa neblina, sólo por momentos se despejaba permitiendo observar los húmedos ichus y patos salvajes que iban y venían volando por encima del ganado que pastaba en la sabana andina.
El campesino vestía sandalias de cuero de vaca sujetados con delgados hilos de cuero. Sombrero de lana muy envejecido y torturado por la lluvia, saco y pantalón de color negro despintados por el tiempo y con incontables remiendos. Llevaba un viejo poncho habano para cubrirse de la lluvia
Él, era un robusto campesino de piernas fuertes como el de un becerro gordo; de nariz aguileña; mirada profunda como el de un antarpo y vivas como el águila. En sus ojos se veía la dura servidumbre de una raza postergada, éste era su oficio: cuidar las vacas del patrón a cambio de unos productos de subsistencia. Su rostro era tosco y de contornos faltos de acabar, cual si fuera dibujo en su primera pincelada. Su corazón: más puro, sincero y humano que el de su amo rapaz. De talla mediana y fuerza asombrosa: en los rodeos cogía a los toros por las astas y los derribaba al suelo con suma facilidad.
El campesino de pronto escuchó bramar al padrillo, como cuando armaba sus grandes peleas de horas interminables. Para su asombro, sus finos oídos escucharon el bramido de un toro extraño.
Entonces, avanzó deprisa con la mirada atenta, preparando su retrocarga de chimenea listo para disparar, por si fuera necesario.
Cuando llegó cerca a Toropajcha vio subir de un chorrón a un enorme toro de color amarillento jaspeado (gateado) que iba con dirección al padrillo, ambos lanzaban potentes bramidos - que se escuchaba en toda la puna - para atemorizarse mutuamente.
Se armó la pelea con fuertes astazos de costado y de frente: el toro extraño hacía retroceder al padrillo como a una “coronta” (con gran facilidad).
Asustado el vaquero, pensando que el patrón lo va a recargar por la muerte del semental, corre hasta llegar cerca de los robustos peleadores. Toma posesión y su disparo es simulado por los cerros en fuertes ecos. Para su asombro, escucha caer al toro con un fuerte sonido ¡Todo el animal se había convertido en monedas de oro! Maravillado, saca de la cabeza dos arrobas de moneda y cargando sobre su musculosa espalda – alegre – se dirige para dar la buena noticia y entregar las monedas al patrón.
Al día siguiente, patrón y peones fueron a la puna a traer más oro, en diez mulas enjalmadas.

Conociendo más el Perú: Huacrachuco
 
Marañón es una bella provincia, de posibilidades y sueños crecidos; de gente hospitalaria, laboriosa y muy amante de las cosas de Dios. Su hábitat conforma espacios vitales poco explorados e investigados con seriedad y profesionalismo.
 
Hoy había 34860 visitantes (64600 clics a subpáginas) ¡Aqui en esta página!
La Tierra Que Todo Peruano Debe Conocer
Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
Registrarse gratis