CULTURA DEL FACILISMO
A muchas personas les gustan las cosas buenas pero no quieren compromisos ni mayores esfuerzos. Son amantes del camino fácil. Querer adelgazar comiendo de todo y sin hacer ejercicios, hacer ponche sin romper los huevos, adquirir una profesión sin mayor exigencia.
Si por facilismo entendemos como la tendencia del ser humano a buscar el camino de menor esfuerzo para el logro de un objetivo, entonces, la historia del progreso humano está llena de ejemplos del lado bueno del facilismo. Pues cada invención ha sido el resultado de una búsqueda del camino menos embarazoso para hacer alguna tarea cotidiana. Aún las primeras herramientas como la rueda, la palanca, el arado fueron desarrolladas por la necesidad de mover y hacer cosas con el menor esfuerzo posible, mientras las armas fueron maneras más eficientes o más fáciles para la caza y la defensa personal. En nuestros tiempos, los vehículos motorizados, los artefactos eléctricos y las computadoras no son sino expresiones inteligentes del facilismo en su mejor faceta, pues permiten movilizarse, realizar tareas cotidianas, ordenar datos y calcular, todo sin mucho esfuerzo manual o mental.
Pero en el campo político, económico y social, el facilismo ha sido muy negativo y una especie de madre de muchos hábitos dañinos, que no sólo han obstaculizado el progreso sino que han acelerado la ruina de naciones o el deterioro de instituciones. La desintegración de imperios ha estado esencialmente asociada con el conformismo y el facilismo practicado por sus sociedades, al amparo de una dirigencia corrompida y perezosa, que no quiso realizar a tiempo las difíciles reformas requeridas para lograr un mejor bienestar de sus ciudadanos.
La ciencia y la tecnología nos facilitan cada día la vida y por ese rumbo nos tienden una trampa muy peligrosa. Nos incitan a querer sólo lo cómodo y lo fácil.
Quiénes quieren triunfar deben estar dispuestos a pagar el precio del sacrificio que demanda el ideal propuesto. Deben pagar la justa compensación por el éxito. Quienes esperan cosechar las bondades de la libertad deben soportar la fatiga de la defensa y pagar su respectivo costo, pueblo que espera buenos servicios sociales y ver sus derechos respetados debe aprender a exigirlos sin recurrir a la violencia.
Este precio es doble: Primero, un trabajo perseverante que conduzca al fin propuesto, nunca estar ociosos, ejercitar la mente y el cuerpo, trabajando con ardor. Y segundo, sacrificar o dejar de lado todo aquello que nos impida el logro, como: cambiar deseos, sentimientos, comodidades, estados mentales o emotivos que amenacen estropear u obstaculizar el propósito que se ha fijado. Usted debe sacrificarse por aquello que le gustaría ser o hacer.
Entre más grande el obstáculo, más grande es la gloria al vencer.
El que quiera prosperar tiene que luchar.
Nombre Ud. una cosa, que valga la pena y que se pueda conseguir sin esfuerzo. Todo lo que es hermoso y valioso en esta vida es costoso y supone una y mil batallas ganadas.
Conquistar la cima del Acotambo y disfrutar del maravilloso paisaje marañonense, entraña haberlo escalado con mucho atrevimiento.
No hay éxito sin sacrificio.
¡El éxito satisfactorio nunca le llega realmente al perezoso!
La falta de esfuerzo es una de las manifestaciones de la crisis social que vivimos, que resueltamente debemos enfrentar y modificarlo.
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