CHICCHIMACHAY
( Anécdota-Mito)
Chicchimachay significa cueva de los murciélagos. Este es un recinto natural que se ubica en la cabecera del anexo de Potrero, cerca al río que desciende a Huascarbamba.
Es una cueva grande donde abundan murciélagos, en la entrada muchos pastores han visto peroles llenos de oro.
Animados por la fiebre de estos relatos, dos hombres decidieron entrar en la cueva llevando botellas de álcali, creso y azogue. Con linternas en mano, comenzaron a bajar por gradas sucesivas. Cuando habían llegado a cierta profundidad, la botella de álcali explosionó - destapándose - fue motivo para que los desdichados aventureros abandonaran la ambicionada búsqueda del oro. Detrás de ellos escuchaban quejidos de ultratumba que los asustó mucho más.
Cuando salieron de la cueva se encontraron con un hombre que les dijo que porqué habían entrado a una cueva tan peligrosa, en el que habían desaparecido - por efectos del encanto - varias personas que trataron de sacar el oro.
El caballero les relató que en este recinto natural habían entrado cuatro chicas que vinieron de otras tierras, y cuatro hombres las esperaban arriba en la salida llamado “Torrejirca”.
Las señoritas entraron llevando muchas velas y remedios. En su avance escucharon ruidos terroríficos que las convenció a desertar. Las chicas quisieron volver, pero el regreso les fue cerrado, entonces no les quedaba otra opción que seguir adelante.
Bajaron y bajaron por gradas hasta llegar a una hermosa planicie de abundante arena, allí se encontraban vacas y toros de diversos colores durmiendo, que por las narices votaban sangre. Las chicas iban recogiendo el estiércol de las vacas que no eran sino oro puro. Siguieron avanzando por bajadas y subidas, por estrechas partes que las cubría la ropa de polvo de oro.
En su avance, llegaron a una pequeña laguna poblada de patos y en las riveras había abundantes vacas y toros tomando agua. Ellas siguieron recogiendo oro en forma de estiércol y avanzando.
En el fondo se encontraron con dos feroces tigres que las impedían el paso, ellas arrojaron las botellas de azogue, álcali y los felinos quedaron paralizados - amarrados – (en esta parte de su relato, el hombre les decía que esos tigres de oro al estar amarrados - el lugar ya es manso – por lo tanto se puede entrar y sacar mucho oro).
Las valientes chicas, con mucha hambre, fatiga y escasas velas seguían caminando. Ya cerca de la salida llegaron a una casa llena de oro y plata en forma de barras y diversas frutas. Llenaron sus alforjas de más oro y siguieron caminado, el cuerpo y las alforjas no les pesaban. A medida que llegaban a la salida de Torrejirca, notaban que sus cuerpos y las alforjas pesaban cada vez más.
Finalmente cuando salieron, las alforjas llenas de oro pesaban demasiado que no las podían ni arrastrar y sus ropas se hallaban bañadas de este codiciado metal.
¡Allí estaban los cuatro hombres - con mulas - para llevar las piedras preciosas a su tierra natal!
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