Cuenta la leyenda, que antiguamente vivía en el anexo de Huambo un cura apellidado Zegarra, dedicado a la tarea pastoral.
Con el paso del tiempo, llegó a tener muchas propiedades y una amante. En las noches de luna, dicen los lugareños, subía a Tranca a ver a su amada, paseándose montado una briosa mula que no era sino su mujer.
Tras la muerte de estos actores del amor, el cura y su amada han quedado tallados – venciendo el tiempo y la inexistencia – en lo que hoy y siempre ha sido llamado por los moradores de Tranca: “El Fraile”, a un costado descansa su amada.