El Cristiano y la Política
Política, es el arte de gobernar
En el Perú, como en muchos países del mundo, la corrupción comienza en la campaña electoral; porque mayormente no gana el más apto, sino el más mañoso o corrupto.
Este es un análisis de política en Perú, que en alguna medida debe coincidir con otros países. El acto político, electoral o de campaña comienza y se configura así:
o Gobierno Nacional (ESTADO)
Presidente del Perú y Ministros
o Gobiernos Regionales
Presidente y el Consejo Regional
o Gobiernos Distritales (Lima y otras ciudades grandes)
Alcaldes Distritales y el Consejo Municipal
o Gobiernos Provinciales
Alcalde Provincial y el Consejo Municipal
o Gobiernos Distritales (dentro de las provincias)
Alcalde Distrital y el Consejo Municipal
o Gobiernos de Centros Poblados
Alcalde de Centro Poblado y el Consejo Municipal
o Gobierno de las Agencias Municipales
Agente Municipal (anexos)
El candidato a la presidencia del Perú necesita de todo un equipo de asesores personales, jefes de campaña y logística, comités de campaña y logística, subiendo desde la escala limeña, pasando por las departamentales para llegar a las provinciales y distritales. Para este enorme aparato se requiere de mucha gente y dinero, los mismos que se ocuparán de ganar la mayor cantidad de adeptos.
Igual ocurre con los candidatos a los Gobiernos Regionales, iniciando en las capitales departamentales, ascendiendo por las provinciales, tocando a las distritales organizarán sus aparatos de campaña para ganar a la mayor cantidad de electores en sus respectivos territorios electorales y de gobierno.
Algo similar sucede pero va disminuyendo de tamaño a medida que descienden hasta llegar a la elección del Agente Municipal que ya no es por votos pero que pertenece a esta escala.
Como los poderes del Estado se dividen en tres: Ejecutivo (Presidente de la Republica y Ministros), Legislativo (Congresistas) y Judicial; los dos primeros requieren del voto popular para su elección, el Judicial tiene otro mecanismo para asumir los cargos.
Por esto mismo, la gente participa con su voto, opinión, recomendación, crítica o desaprobación durante la campaña o la votación por un candidato presidencial, congresal, regional, distrital, provincial y de Centros Poblados.
Dentro de la intensa actividad política electoral de un país, los ciudadanos participan ACTIVA y PASIVAMENTE; incluso aquellos que votan en blanco o viciado están favoreciendo o desfavoreciendo a ciertos candidatos, en aquellos países en que el voto es obligatorio (como en el Perú); pero en aquellos en que el voto no es obligatorio, la gente participa en política con su: opinión, recomendación, crítica o desaprobación, puesto que esto favorece al gobierno o desgobierno del aparato estatal.
Como ejemplos podemos citar: un golpe de estado, una actividad guerrillera, una tendencia política, ideológica y filosófica contraria a un gobierno de turno trae consigo la estabilidad o desestabilidad del aparato estatal de turno.
Las formas modernas de gobierno (con sus diferentes tonos) son: La democracia (con sus corrientes de Liberalismo, Neoliberalismo, Estatismo, etc.) y el Socialismo con su camino de acceder al poder vía acción guerrillera y la senda electorera.
En tal sentido, un ciudadano cristiano tiene una acción pasiva o activa dentro de la política nacional, sea éste un gobierno democrático o socialista.
Algunas reflexiones importantes
Aristóteles decía que “el hombre es un animal político”. Respondiendo a Aristóteles, diríamos, simplemente que, el hombre ha sido creado por Dios como un ser social, incapaz de sobrevivir solo: “…no es bueno que el hombre este solo; le haré ayuda idónea para él ” Gen. 2:18 (la sociedad comienza con la presencia de Eva)
La verdadera esencia de la política es la capacidad de convivencia en grupo (sociedad). La política es necesaria, y el cristiano, como en todos los aspectos de su vida, debe aplicar los principios bíblicos a su vida política, El problema surge en la desvirtuación ética de la política: aquellos que ostentan el poder, pecadores sin remedio, en mayor o menor medida corrompen su cargo. Ante esto, ciertas tentativas cristianas se resumen en “neutralidad política”, llegándose a decir, basándose en el argumento de “no somos de este mundo”, que el cristiano no debe involucrarse en política. Sin embargo, las decisiones políticas nos afectan, vivimos en este mundo, y es más, somos ciudadanos de nuestra comunidad. Una cosa es poner todas nuestras esperanzas en la política, y otra muy distinta es olvidar nuestra responsabilidad como ciudadanos (El cristiano no debe situar sus esperanzas en la política ni debe dejar de lado su responsabilidad como ciudadano: hacer aquello es no comprender el evangelio, y hacer esto puede ser fanatismo, santurronería, ignorancia, zanganismo (que se beneficia del trabajo o afán de otros, sin hacer nada).
Kant, para su ética propuso la siguiente premisa: “Obra según una máxima tal que tu comportamiento se transforme en ley universal para todos los hombres”. Sólo hay un hombre que cumplió el imperativo categórico de Kant a la perfección, mucho tiempo atrás: Jesucristo.
“La iglesia deber ser la iglesia” y no una agencia sociológica más. Su enfoque más adelantado para lograr un cambio en la sociedad es transformar individuos para la eternidad con Dios. Su principal obligación es salvar almas de la condenación, sin desatender sus obligaciones ciudadanas y familiares en esta tierra. Debemos servir, trabajar y estudiar sin tardar nuestra preparación espiritual y comunión con Cristo.
Pongamos nuestra confianza en el Padre Celestial y no en los movimientos políticos, sin olvidar nuestro deber político, ciudadano y familiar. “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia y todas esta cosas os serán añadidas” Mt. 6:33. En ambos casos se requiere de acción: buscar a Dios y las demás cosas añadidas vienen por nuestro esfuerzo, estudio, dedicación, participación (“Vosotros sois la sal de la tierra…Mt. 5: 13) que sería de esta tierra sin la presencia de los hombres y mujeres de Dios, que sería de la política dentro de esta tierra sin la presencia de los cristianos.
Dios quiso que un hombre político como Daniel figurara en la Biblia como modelo para las futuras generaciones, sin olvidar que a la semejanza de Daniel debemos ser ante todo hombres de Dios, preparados y llamados para estos cargos.
Lo decepcionante es cuando cristianos mediocres se valen de la política para acceder a cargos públicos, porque no tienen trabajo o quieren más dinero.
Mantenernos en la política puede impedir nuestro esfuerzo evangelístico y afectar las relaciones entre hermanos y amigos. Si apoyamos a determinado candidato, ¿cómo afectará nuestro esfuerzo para evangelizar al quien apoye al partido contrario? Pueden surgir hermanos que guardan rencor hacía otro que pertenece a otro partido. ¿Cómo es que hermanos dejan que las cosas temporales lastimen las relaciones con sus hermanos, amigos y Dios? Aún cuando el rencor no es únicamente consecuencia de la política, sin ser político se puede ser un rencoroso degenerado.
El cristiano es aquel individuo que mediante el acto del arrepentimiento de sus pecados ha sido perdonado por Dios y en consecuencia, Jesucristo es el centro de su existencia. La política es la ciencia que estudia todo lo relacionado a procurar el bien público temporal, es decir, el bienestar de los habitantes de un Estado.
Si vamos hacer honor a la verdad, el objetivo de la Iglesia, de la cual el cristiano es parte, es en primer lugar, el bienestar público espiritual y por lo tanto eterno, luego el material.
Lo que la Iglesia pretende es que el individuo conozca a Jesucristo para que su vida sea transformada. En cambio la política busca únicamente el bienestar público material y por lo tanto temporal, pues en realidad no puede aspirar a más.
Lo que esto significa es que el cristiano que incursiona en política tiene estrictamente que trascender la dimensión material de la política y entrar en la dimensión espiritual que exige el Evangelio. Dicho de una manera sencilla, si un cristiano está en política, su agenda no se agota en desarrollar obras de infraestructura, firmar tratados internacionales que beneficien al país o impulsar leyes que actualicen y desarrollen a la nación, es un imperativo insoslayable que desarrolle eventos de evangelización, campañas de promoción de los principios bíblicos, en fin, que sea un canal para la propagación del Evangelio de Jesucristo, pues él entiende o debe entender que la espiritualidad de una persona determina siempre su realidad moral, material, familiar, en fin, todo lo que atañe a su vida. Sin Jesucristo en el gobierno de la vida, el entorno y la existencia del hombre es una tragedia mayúscula.
La incursión de un cristiano en la política no significa tener status, prestigio, reconocimiento, dinero, servir al pueblo, significa, servir a Dios, ser ente de cambio, promover la palabra de Dios, significa ser luz y sal y resplandecer como luminares en medio de una generación maligna y perversa.
No tengo la menor duda que Dios llama a hombres y mujeres cristianos a incursionar en política. La verdad de Dios tiene que fluir en todas las esferas de la sociedad, empero, es importante tener este llamado. No es cualquier cristiano quien debe participar en política sino aquel a quien Dios ha llamado y preparado para tal efecto. No podemos transar con el reino de las tinieblas y hacer menos, ni tampoco la sociedad puede esperar que seamos uno más del montón. El político cristiano tendrá que sobresalir en todo y exaltar el nombre de Dios en cada instancia.
Las esperanzas del cristiano van más allá de la realidad del Estado y más allá de la acción política. Y esto es cierto no sólo para un Estado al que se puede calificar de babilónico, moderado o incluso cristiano (todos tendrán sus limitaciones: atendiendo a unos, desatendiendo a otros; gustando a unos, desagradando a otros, debido a las imperfecciones propias del ser humano).
La vida terrenal del cristiano en la política debe ser similar al que cuando un peregrino pasa por un espacio geográfico: descansa debajo de un árbol frondoso, retira algunas piedras que obstaculizan el camino, coge algunos peces para su alimentación, hace camino al andar; pero luego su presencia ya no es, porque después de su paso se dirigió a otro lugar mejor (eternidad divina).
A decir verdad, sólo los mejores (moral y políticamente) deben gobernar (para comenzar, el cristiano debe tener el primer aspecto, el segundo requisito según el llamado y su preparación).
Para muchos es difícil aceptar como puede Dios permitir, gobernantes: corruptos, egoístas, marginalistas, miopes, hambreadores, ególatras, divinizados, a su debido tiempo darán cuentas a Dios de sus actos, ningún ser humano será excluido de este juicio.
Muchos que ridiculizan la política o dicen que no es para los cristianos, lo dicen porque no participan o no pueden participar como candidatos, por ello, muchos se agarran de la TETA política para conseguir un trabajito o algún beneficio personal o para su iglesia, a fin de cuentas, ambos hacen política: porque el cristiano al desaprobar a los candidatos cristianos, favorece a los candidatos no cristianos.
Otras veces el cristiano asienta su esperanza en la política y no en la bendición que Dios le puede dar para cubrir sus necesidades (clama a mí y yo te responderé…Jer. 33:3), lo cual es un error, por ello, algunos se desesperan por participar en política sin estar preparados y ser llamados para este cargo.
En el Perú la corrupción comienza desde los días o antes de la campaña electoral, numerosas veces no es una competencia del más apto moral y políticamente sino de quien es más mañoso, astuto, pudiente económicamente, mentiroso, sinvergüenza. En esos días se reparten pelotas deportivas, chompas, víveres, licor, comida, etc. Es decir se da cita él candidato politiquero, el glotón que consume la comida de todos los candidatos como un desesperado, el que busca regalos, el mentiroso y el sincero.
Hay mucha gente cristiana que acepta su voto a todos los candidatos, que recibe regalos de muchos candidatos, que gasta la comida de todos los candidatos; pero que critica a los cristianos que participan en política o sataniza en general la política, sin lugar a dudas esta incoherencia es hipocresía que el pueblo cristiano debe superar, tiene que demostrar que el cambio ha afectado todos los aspectos de su vida (“…por sus frutos los conoceréis) Mt. 7:20.
Especialmente en los países como el Perú, en que reina la pobreza y la necesidad, mucha gente puede convertir la política en politiquería, para juntar riqueza.
POLÍTICA: única herramienta sociológica para satisfacer las necesidades humanas y equilibrar las desigualdades sociales.
POLITIQUERÍA: uso y abuso del poder político para acumular riqueza propia.
La política busca el bien social, la politiquería el bien personal disfrazado.
No se puede vivir en sociedad sin hacer política.
Resúmen:pueden y deben participar en política los cristianos llamados y capacitados por Dios.